Antran era un pequeño imperio ubicado al norte de la frontera de Arstacia, de humildes territorios, aunque con un potencial militar bastante amplio en comparación con su expansión geográfica. Subsistía gracias al comercio y a algunas rutas comerciales que atravesaban el reino vecino. Antaño las relaciones entre el imperio antrano y el reino de Arstacia eran prósperas, hasta se brindaron ayudas económicas entre ambos territorios cuando se encontraban en crisis. Pero poco a poco el panorama se volvió hostil con la desaparición de pequeños convoyes en las rutas comerciales. El primero en desaparecer fue un cargamento de pieles para el invierno que había encargado Antran a Arstacia. El oro encargado por Arstacia llegó a su destino, pero las pieles se perdieron por el camino en territorio arstaciano.
Al principio se consideró un ataque aislado por parte de saqueadores. Pero esos ataques volvieron a suceder en diversas ocasiones, incluso a pesar de la escolta militar para asegurar las mercancías. El emperador Garlend, recién ascendido al trono tras la muerte de su venerado padre, lanzó severas acusaciones al reino de Arstacia, denunciando que los asaltantes de los carromatos no podían ser meros salteadores de caminos. Su argumento se respaldaba en la muerte de los soldados antranos. Las acusaciones se repitieron a lo largo de las semanas, y el inexperto emperador, cediendo a la presión de una crisis política en sus primeros días de mandato, declaró la guerra a Arstacia.
Habían pasado años desde la última guerra, por lo que los soldados veteranos de Arstacia habían colgado ya sus armas y los que estaban alistados aun eran jóvenes sin experiencia confiados en que la guerra sería algo lejano. Fue por ello por lo que el avance de las tropas antranas se hizo posible gracias al estricto entrenamiento de sus soldados y a la inexperiencia de su enemigo. Los terrenos al norte de Arstacia cayeron rápidamente y sin apenas poder defenderse de los inexorables ataques de Antran.
Garlend, por recomendación de su consejo de guerra, comenzó a dividir sus tropas para bordear la capital y aislarla de posibles refuerzos aliados. También consiguió tomar varias ciudades portuarias gracias a las estrategias de quien fue el caballero de confianza de su padre, Arlon. Era un joven talentoso con una mente brillante, diestro en las estrategias militares, lo cual compensaba su carencia de habilidad con la espada.
Poco a poco, el territorio antrano iba expandiendo sus fronteras, aislando Arstacia de todos sus aliados y cortando sus suministros tanto por las rutas navales como por las rutas comerciales terrestres. Cada cargamento de armas que trataba de llegar hasta las murallas de la capital acababa siendo requisado junto a los víveres, y las pieles ardían en mitad del camino en cuanto los soldados antranos detenían los carromatos. Debido al gran avance y a la numerosa ventaja que había conseguido Antran, ni siquiera el reino de Torval se atrevía a plantarle cara, pese a la posibilidad de obligarles a entrar en una guerra a dos bandas, encerrándolos entre dos flancos.
Arstacia comenzó a verse mermada con rapidez. La población pasaba hambre debido a la escasez de suministros, y sus soldados lucían armaduras antiguas, blandiendo espadas desgastadas, por culpa de los soldados antranos que interceptaban el arsenal. La capital no tardó en caer, la guerra no llegó a durar ni un año y el reinado arstaciano desapareció del mapa por completo. Lo único que quedó de Arstacia fue la ciudad, propiedad ahora de Antran, y su identidad, la cual fue desapareciendo lentamente con el paso de los años. Solo unos pocos se consideran arstacianos todavía, y la mayoría se encuentran dentro del ejército rebelde. Durante los primeros años del asentamiento antrano, los conflictos en la ciudad todavía permanecían. Los antranos y los arstacianos se culpaban los unos a los otros del comienzo de la guerra. Los arstacianos decían que nunca se produjo ningún ataque en las rutas comerciales y que los comboyes jamás desaparecieron, mientras que los antranos culpaban a los primeros de que los suministros jamás llegaran a Antran, acusándoles de asesinar a sus soldados dentro de su territorio.
Aquel conflicto duró un par de años hasta que Garlend se asentó en Arstacia y la convirtió en la capital antrana, poniendo fin a las disputas. A día de hoy, nadie sabe todavía a ciencia cierta qué fue lo que pasó al inicio de la guerra. Los civiles dejaron de preocuparse por quién tenía la culpa de aquella guerra y se centraron en vivir sus vidas. La tranquilidad acabó volviendo a capital y al resto del territorio conquistado por parte de Antran. Aunque todavía quedan algunas milicias rebeldes que buscan recuperar las tierras que, según argumentan, les fueron arrebatadas.
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